miércoles, 29 de enero de 2020

4ta reflexión relámpago

Una tarde lluviosa del año pasado, mientras jugaba combinando algunos acordes en mi criolla Breyer, se me apareció súbitamente la palabra sesentología. Hacía un tiempo ya que venía pensando en darle forma a la gran masa de información y materiales que venía recopilando sobre los años 60, y la intención original de plasmar los resultados de esas búsquedas en un libro, se postergó por la más inmediata y resonante ocurrencia de un nuevo blog, mi cuarto blog. Googleé la palabra sesentología para chequear que fuese una ocurrencia made in casa, y me encontré con un sólo resultado de búsqueda, que por solitario no dejaba de indicarme que el neologismo ya había sido  usado anteriormente por otra persona. El creativo responsable era el periodista colombiano Ricardo Chica Geliz, en una nota para el periódico El Universal. Así y todo, no pude dejar de sentir la palabra como manufactura ideática propia, y fue al leer el escrito de Chica Geliz, y el contexto en el que empleaba este neologismo, que me convenció de que más allá del uso previo de la palabra, lo que había indicado allí era un señalamiento, la propuesta de un camino. El fragmento de su texto dice así: "(...) Y es en esta década de los años sesenta, que al interior de los Estados Unidos acaecía una verdadera revolución política – juvenil –femenina- científica- étnica y cultural. La liberación femenina de segunda generación; la llegada del hombre a la luna y la invención de la Internet; el asesinato de un presidente gringo; la lucha de los negros por los derechos civiles; la moda del jean, el bikini y la minifalda; la irrupción de los jóvenes como grupo social capaz de cambiarlo todo, cabalgando sobre la revolución musical del rock; en fin: tendremos que crear una nueva carrera que se llame sesentología, en razón de los profundos cambios que se dieron y sus repercusiones en el mundo actual". La epifanía que significó para mí esta breve lectura terminó de cincelar mi decisión urgente de recoger el guante, y si no fundar una disciplina sesentológica, desafío que por todos lados me excede, al menos intentar propiciar un espacio de  intercambios que sin anclarse en una nostalgia estéril de tiempos pasados y mejores (¿acaso existen?), pueda ser, con la invalorable ayuda de la memoria colectiva,  una gota en el vasto oceáno de reflexiones sobre la realidad que vivimos y la forma en la que los años 60 contribuyeron a modelarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario