sábado, 29 de agosto de 2020

"Our House", de Graham Nash

 


"Un canto a la felicidad doméstica contracultural"; así vivió Graham Nash la composición de esta canción hermosa, a partir de un episodio súper corriente durante el tiempo en el que convivía con Joni Mitchell en el Laurel Canyon de finales del año 69´. No hay grandes declaraciones, apenas la confesión suave, minimalista, de la belleza extraordinaria de lo cotidiano, que se acentúa con las armonías que lograban estos cuatro gigantes del folk.




viernes, 28 de agosto de 2020

Activismo y cordura espiritual


En sus escritos sobre acción social, Thomas Merton se refirió al poder ominoso incubado en las sociedades en la cuales las ideas de odio fluyen libremente, los sistemas políticos las fomentan, y las circunstancias las tornan aceptables. Así, en su obra "Incursiones en lo indecible" (1967), reflexionó sobre el hecho perturbador de que durante el juicio a Adolf Eichmann, este fuera juzgado cuerdo, aparentemente sin sentir ninguna culpa ni ansiedad por las acciones que había cometido durante el Holocausto. Poco tiempo antes, en sus "Conjeturas de un espectador culpable" (1966), había llamado la atención sobre un hecho notable, tampoco inadvertido para Hannah Arendt: la universalidad del estado mental de Eichmann.
Las observaciones de Merton lo llevaron a pensar que aquellos considerados "cuerdos" en una sociedad, pueden ser, en ocasiones, los más peligrosos, y quienes sin ningún reparo ni dudas, se vuelven capaces de iniciar una guerra y apretar el botón nuclear. Y esto debido al simple hecho de que los "cuerdos" serán los más hábiles a la hora de justificar sus acciones con una lógica perfectamente razonable. Sin embargo, tal cordura no significa que esas personas estén en su sano juicio, y es aquí donde Merton introdujo la idea de que la cordura no puede tener significado allí donde los valores espirituales perdieron toda su autenticidad. Si nos "ajustamos" a una sociedad que no cree en acciones de amor, empatía y compasión, es posible que todavía se nos considere cuerdos, y esto incluye a todos aquellos que diciendo ser religiosos, sólo se adhieren a las palabras y a los formalismos verbales, devenidos ahora en letra muerta, habiendo perdido el poder vivificante del Espíritu. Merton hizo un llamado no sólo a los valores espirituales, sino a la "cordura espiritual", que incluye también ansiedades y dudas, contradicciones, ira y culpa, y una sana conciencia de lo absurdo. La autenticidad y la consciencia se encuentran en el corazón de la "cordura espiritual", donde decimos la verdad al Poder y plantamos cara, en lugar de adoptar el cómodo papel de observadores no participantes. Un señalamiento que formulado hacia fines de los años sesenta, podría también considerarse una orientación oportuna para estos tiempos atribulados que vivimos.