domingo, 24 de mayo de 2020

Espiritualidad posmoderna y Compromiso social




Apenas una observación en desarrollo: En muchas de las nuevas expresiones espirituales posmodernas se defienden implícitamente actitudes vitales que legitiman el individualismo competitivo y descarnado del capitalismo salvaje. Abundan las propuestas que con frecuencia enaltecen el éxito y el beneficio económico. Muchas espiritualidades posmodernas disimulan, más o menos sutilmente, un deseo de mejora de las condiciones de vida: la consagración del célebre trípode de salud, dinero y amor. También ciertos fundamentalismos, especialmente los de manufactura estadounidense, predican un evangelio de la prosperidad que patrocina los valores del mundo de los negocios. Posiblemente, y en línea con algunos teóricos de estos tiempos (Taylor, Mardones, Mendoza-Álvarez, Otón) estemos ante la emergencia, o más bien deberíamos decir ya la franca consolidación, de una nueva religión imperial con pretensiones de validar las injusticias de un sistema económico apadrinado en el desarrollo tecnológico y el culto a nuestro contemporáneo Narciso. Pero además a este temple corresponden tiempos en los que se ha producido una extensa y progresiva psicologización de las sociedades, y aún todavía, sacralización de la psicología, que se manifiesta a través de las ansías irrefrenables por conocer y experimentar las orilleras profundidades del propio yo. Desde el compromiso social y político abogado por distintas corrientes durante los años sesenta y setenta del siglo XX, algunos retornos contemporáneos a la interioridad conllevan un alto componente de subjetivismo, uno de cuyos principales riesgos es que con frecuencia se desentienden del involucramiento con la realidad exterior.

Fotografía: Jim Marshall, 1967.