sábado, 14 de marzo de 2020

1960: Entrevista a C.G.Jung (en alemán, con subtítulos)


 El 22 de octubre de 1959, el veterano sabio de Bollingen y Küsnacht, Carl Gustav Jung, aceptó ser entrevistado por John Freeman para el programa de televisión "Face to Face", de la BBC. Sintiéndose bastante seguro con el estilo de entrevista frío y analítico de Freeman, Jung habló acerca de la Psique y del ser misterioso del individuo. Cuando Freeman sugirió que parecía que el ser humano encontraría su satisfacción en la absorción en una sociedad mayor (ilusión por demás cristalizada en un mundo atravesado por la Guerra Fría y la colisión omniabarcante de dos grandes modelos en pugna) - Jung, gentil y sonriente, insistió en que, por el contrario, el individuo no debería permitirse ser tragado en un todo mayor ilusorio, perdiendo de esta manera su alma. El ser humano, ante la extinción de la masa, se negaría a ser extinguido; había más en la persona humana de lo que se veía con los ojos del teórico social, algo notable con raíces profundas en el ser mismo del animal humano.
El alma era un ser vivo, no un mero receptáculo social. En este sentido, Jung fue singularmente profético, catalizando un estado de ánimo que haría eclosión en los años sesenta, pero que todavía en términos de lo que sucedía al nivel de la superficie, parecía silenciado al momento de la entrevista. Y es que quizás el tema espiritual clave de los venideros años sesenta concerniera esencialmente a la naturaleza espiritual del ser humano. La aparición de Jung en "Face to Face" fue, por supuesto, recordada por la célebre respuesta de Jung a la pregunta de Freeman sobre si creía en Dios: "No necesito creer, sé". Jung había visto el siglo y la luz al final del túnel.
Algunos meses despúes, y para celebrar su cumpleaños 85, volvería a ser entrevistado para un programa de la radio suiza. Un diálogo que tuvo mucha menor repercusión, pero en el que Jung tuvo la oportunidad de ampliar sus puntos de vista, resultando un documento riquísimo para explorar la psicología analítica del fenómeno religioso.

domingo, 8 de marzo de 2020

Adiós, Luis Racionero


Falleció Luis Racionero, uno de los grandes divulgadores españoles de las filosofías underground y de los caminos de liberación orientales. Un "AllanWatsiano" desde la hora 0. Sus "Textos de Estética Taoísta" son de una riqueza tan vasta como recomendable. En su libro "De que van (iban) los 60" (Ediciones de la Piqueta - 1979) había compartido un lindo retrato de su encuentro con el teacher de Sausalito: "Yo tuve el privilegio de conocerle en San Francisco en 1970, una tarde que vino a la Universidad de Berkeley a dar una clase sobre meditación. “Si oyes un ruido, no te resistas, déjalo pasar como quien oye llover o voces en el valle, que dicen los chinos. Lo mismo vale para los pensamientos: déjalos pasar, bla, bla, bla”. Lo he practicado y el resultado es que entre un bla y el siguiente bla, primero pasan segundos: “He de llamar a X, mañana hay fútbol, etcétera”, y luego minutos, y con el tiempo se llega a callar la voz interior en ese silencio. “Yoga consiste en parar los movimientos de la mente –dice Patanjali–, se experimenta lo que uno realmente es".
Luego fuimos a una cena macrobiótica, en la que nos dieron zumo de naranja y Alan le echó un tanganazo de ginebra que llevaba en una cantimplora en la bocamanga de su túnica japonesa. Murió de cirrosis en 1974. Pero su legado no era su vida, sino su obra, que ayuda como ninguna a entender y practicar la filosofía oriental, que es una psicoterapia más que una logomaquia.
Les recomiendo para empezar The spirit of zen y luego The way of zen, que deben de estar traducidos por Kairós. Si esos libros no les dicen nada, dedíquense a santo Tomás de Aquino o a Lacan; pero si Watts les mola, les dará muchas satisfacciones".

Don Luis, buen viaje y gracias por tanto!  ✌

miércoles, 4 de marzo de 2020

6ta reflexión relámpago

Algo que comenzó a ocurrir en los años 60 y que constituía un acontecimiento en sí mismo era que las personas, en su mayoría jóvenes y jóvenes adultos, comenzaron a reunirse, se congregaban. Para el poeta beat Allen Ginsberg (1926-1997), este congregarse en una convivencia pacífica, aunque temporaria, significaba el fin de la imagen de la década de 1950, cristalizada en la persona aislada, el rebelde solitario sin causa, el soñador outsider, el vagabundo rutero sin rumbo, atrapado en el abrazo de un existencialismo solipsista. Era la retirada de aquellos jóvenes enojados, a los cuales la sociedad no podía, no quería, o no le interesaba entender. Siguiendo a Ginsberg, el acto mismo de reunirse era una señal de auto trascendencia: esperanza y optimismo después de la desesperación. El amor era libre. Ya entonces, para ciertos intérpretes culturales bastante agudos, no pasó desapercibido que existían fuertes paralelos bíblicos con esta supuesta transición del aislamiento que trazó muchos aspectos culturales de los años 50, hacia el nuevo espíritu de (re)unión (gathering) que signaría los tiempos por venir. La historia de cómo los seguidores de Jesús se habían esparcido temerosos después de su crucifixión era potente. Podemos pensar en el discípulo Pedro, sólo, merodeando entre enemigos, negando su cercanía afectiva con el Maestro, hundiéndose en sí mismo, deprimido, mientras escucha al gallo cantar tres veces. Y luego recordar la historia de cómo los apóstoles se reunieron nuevamente, aunque todavía escondidos, marginados, asustados, en un aposento alto, donde de pronto la experiencia mística grupal aconteció: un fuerte viento de fuego besó el espíritu que los transmutó en comunicadores instantáneos, volubles y sumamente francos y apasionados, acusados ​​por otras personas de estar ebrios y, sin embargo, siendo espectadores de como el mensaje de Cristo se extendía como la pólvora y aumentaba geométricamente el número de conversos. En la terminología de la década de 1960, los apóstoles habían iniciado su trip (viaje) colectivo y comenzaron a compartir sus vivencias en común, "with a little help from their friends", predicando abiertamente que la nueva era había comenzado. Es indudable que para ciertos espíritus religiosos sensibles, esta comparación podría parecer inquietante e impía. Pero el hecho de que en aquellos años del siglo xx la gente comenzara a reunirse en todo el mundo, consolidó una imagen nueva en la memoria popular, algo repetido de forma obediente al menos en los festivales pop/rock que se prolongan hasta la actualidad, pese a que el significado espiritual profundo del itinerario sesentista se haya ido perdiendo en el camino. En el proceso, indudablemente, lo que nació fue una leyenda, una especie de sueño.