domingo, 26 de enero de 2020

3ra reflexión relámpago


En "La búsqueda de la estrella", esa maravillosa canción del álbum Spinettalandia y sus amigos (1972), el Flaco nos dice que "despúes de todo, tú eres la única muralla, si no te saltas, nunca darás un solo paso". Esa vocación para la acción creativa, transgresora de miedos y autolimitaciones, fue uno de los ladrillos vitales que edificó la propuesta existencial de la década, sintetizada colectivamente en el famoso apotegma guevariano "Seamos realistas, hagamos lo imposible", de intensísimos ecos en los movimientos populares de liberación. Los años 60´ cristalizaron la articulación de lo individual y lo colectivo como dos aspectos psicológicamente indisolubles, tomando distancia tanto de la filosofía política materialista negadora de lo trascendente, como de los espiritualismos vacuos, desencarnados de la realidad compartida. La acción política no está disociada de la búsqueda espiritual genuina, y así podríamos trazar las coordenadas de una política de la espiritualidad y de una espiritualidad de la política. Entre la teoría de la “toma del poder” que patrocinaba la izquierda, y la “toma del espíritu” que propugnaban ciertas corrientes espirituales, los ensayos para espiritualizar la política y politizar la espiritualidad, se ganaron un lugar como opción equilibrada, y aún hoy vigente, para salir de los dogmas religiosos y políticos, que arrastraron al mundo, y en gran medida todavía lo siguen haciendo, hasta este momento de caos social y de crisis ecosistémica.

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