
En su obra "
La década rebelde",
Sergio Pujol traza las principales coordenadas del proyecto pedagógico de la época, especialmente en sus concreciones locales argentinas. La “
utopía de la infancia”, ligada a la idea de la "
gente joven", cristalizó la
rebeldía como el
auténtico ethos de los años 60. En nuestro país, esto significó que en cada disciplina artística, la información (mediante ideas y obras extranjeras, o a través del "
rescate" de creadores locales) fuese la clave en la creación de una identidad joven. El libro se convirtió en industria nacional pujante, a lo que se le sumaron las actividades del
Instituto Di Tella (colocando a la plástica argentina en la vanguardia a nivel mundial), el nuevo cine argentin
o de Leonardo Favio, el boom del teatro realista y el nacimiento del rock argentino (malamente llamado "nacional", según Miguel Grinberg); todas actividades cubiertas por un nuevo periodismo atento, y despierto, para incluir al arte en sus agendas. La creatividad y la originalidad fueron la norma, en tiempos en los que las búsquedas apuntaban a fracturarla. Y en tal sentido, los 60 permanecen, entonces, como un proyecto inconcluso, y es en este hecho donde reside gran parte de su encanto
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